La tormenta de 1812 agitó los sentimientos patrióticos del pueblo ruso. Kiprensky, como todos los demás, experimentó un resurgimiento espiritual durante los años de guerra, llevando al corazón de las vicisitudes de las operaciones militares. El 31 de marzo de 1814 en su cuaderno de bocetos aparece una exclamación triunfante: “¡París está tomada!”
Durante este período, el artista prácticamente no tocó el pincel, un lápiz se convirtió en su principal herramienta artística. Sus conocidos, amigos y amigos, vestidos con uniforme militar, fueron a la guerra uno por uno. Entre ellos se encontraban K. Batiushkov, V. Zhukovsky, el compañero más cercano A. Tomilov, muchos otros.
Kiprensky creó una increíble serie de retratos pintados a mano de los defensores de la Patria: los jóvenes que ayer disfrutaban de la diversión sin preocupaciones los miran en un abrir y cerrar de ojos con personas maduras que están listas para dar su vida por la libertad de su país natal sin dudarlo. Apariencia seria, postura decente, forma estricta: todo funciona para crear una imagen solemne. Como ejemplo de tales dibujos, citamos “Retrato de A. R. Tomilov en forma de miliciano militar” y “Retrato de M. P. Lansky”, 1813.