En la exposición de los impresionistas en 1877, la pintura de Kaibotta “Pintores de las fachadas” fue ignorada, ya que fue eclipsada por otras dos obras brillantes de la artista que se muestran simultáneamente con ella: “Puente de Europa” y “Calle de París en tiempo lluvioso”.En primer lugar, atrajeron la atención de la crítica y el público.
Pero en la pintura “Pintores de las fachadas”, Kaibott muestra todos los rasgos característicos de su estilo. Su mano puede ser reconocida en una perspectiva lineal estructurando la imagen. El artista construye una composición de la imagen como un marco de fotos, que enfatiza la figura del trabajador “recortada” en el medio de los muslos, lo que pone el primer plano en el fondo.
Una acera larga cruza el espacio, llegando al final de la calle que define el punto de fuga. La sensación de profundidad es realmente sorprendente. Para lograr el efecto deseado de la perspectiva, Kaybott reduce drásticamente la altura de las casas y el ancho de la acera adyacente a ellas.
Fortalece esta ilusión de larga distancia, colocando aquí y allá varias figuras que disminuyen con cada plano.
En este lienzo ya hay algunos motivos que se repetirán en muchas imágenes de las calles parisinas: un hombre con un sombrero de copa, una mujer soltera, un taxista… Los colores terrosos y apagados reflejan el melancólico ambiente del día de París. Y solo en la imagen de la fachada de la tienda aparecen acentos brillantes.