El Paseo de los Filósofos es una pieza novedosa e inesperada. De Chirico representa en perspectiva un pedestal en el que se encuentra un molde de yeso de la cabeza de Zeus y dos alcachofas relucientes con metal, cuyo balance está a punto de ser perturbado. Parece que los objetos ahora comenzarán a rodar fuera de la superficie.
La composición se inscribe en un espacio abierto con un tubo de fábrica en el fondo. The Philosopher’s Walk es una de las obras metafísicas más difíciles del artista. El carácter noble y estoico de la deidad aquí se opone a las alcachofas, verduras que son bastante comunes en Francia e Italia.
En resumen, se puede ver la oposición de elementos minerales, de piedra y vegetales. El asistente organiza los objetos en varias combinaciones, usándolos simplemente como símbolos.
Es difícil hablar de cualquier conexión entre el tubo rojo, la cabeza de yeso y dos alcachofas. Porque en realidad estos elementos no son compatibles. El juego de luces y sombras realza el misterio de la escena. Las formas redondeadas de alcachofas se encuentran en muchas de las obras de Chirico de este período. Un día, en 1913, el artista tuvo un sueño inusual: “La belleza de las esbeltas pipas rojas.
La pared. Dos alcachofas de hierro me golpean…” Con estas alcachofas de hierro nacidas en los sueños, De Chirico enriquecerá aún más su paleta metafórica.