La pintura “Oirot-Mensajero del Burkhan Blanco” fue pintada por el artista en 1925, antes de que la expedición llegara a Altai. Nikolai Konstantinovich lo atribuyó a la serie Banner of the East.
Khan Oirot, según la leyenda de Altai, es el último descendiente de Genghis Khan y el último gobernante de su imperio. Oirot, misteriosamente derrotado por sus oponentes, desapareció con sus guerreros, pero prometió regresar cuando cambiaran los perfiles de Belukha: “Vea las señales en el Sol y en los perfiles de los tres picos nevados de la montaña sagrada de la gente de Altai Katyn”. Katyn-bash es la Belukha de tres cabezas.
La base de la teoría del Burkhan Blanco no solo es la leyenda de Oirot, sino también los eventos confiables. Fue aquí, en el valle de Kyrlyk, en 1904, la hija de 12 años del pastor Chet Chelpanov tuvo una visión del Beato Oirot. Y bajo el liderazgo del mismo Chet Chelpanov, miles de Altai se reunieron en el registro de Derain para orar y observaron el sol, esperando el momento del eclipse, como un signo de la profecía de Khan Oirot.
Ellos creían que uno de los signos ya se había hecho realidad: en el mismo 1904, bloques de hielo rotos cambiaron los contornos de los picos de Belukha, y la gente de Altai estaba segura de que la profecía de Oirot pronto se haría realidad y estaba a punto de llegar. Así lo dijeron: “¡Los altaianos pronto tendrán su propio rey!”
Así es como el propio Nikolai Konstantinovich escribió sobre estos eventos en el libro “Corazón de Asia”: “Las montañas de Chuguchak a Altai se vuelven más y más salvajes. “Bosques, arroyos atronadores y cordilleras blancas como la nieve, tienen su propio nombre: Oyrotiya. La Tierra del Beato Oirot, el héroe nacional de esta tribu aislada”.
La imagen de Nicholas Roerich a la luz de la luna azul violeta ilumina los afilados glaciares y espolones de nieve de Belukha, la montaña sagrada más alta y venerada de Altai… En la cornisa rocosa, arrodillada, se cubre la cara con las manos, cegada por la visión. Arriba, en las nubes, frente a ella, un jinete blanco y radiante, un majestuoso anciano de rostro oriental, con atuendo de Altai sobre un caballo blanco.
Este es el mismo Khan Oirot, un amigo de White Burkhan, “el legendario gobernante de Altai, quien misteriosamente se escondió de sus enemigos y prometió regresar y dar a la gente una vida feliz”.
Ansiosamente la niña escucha atentamente las palabras de Oirot. Hay una profecía sobre el gran futuro brillante, sobre la pronta venida del Burkhan Blanco, el Beato Maitreya, sobre la Nueva Época del Bien, la Justicia y la Hermandad de todas las personas.