En la “Noche” de Rowena Morrill, una chica con velas está parada junto a la ventana y mira inquisitivamente hacia la oscuridad. Todo tipo de imágenes están pululando en la cabeza joven en las largas tardes: la bruja con ojos malvados tuerce la bola mágica de cristal, profetizando catástrofes y otras desgracias, luego aparecerán siluetas extrañamente hostiles en el humo azul.
Las visiones del pequeño brujo están inspiradas en la misteriosa luz de la luna y la inevitable maduración, que no permite conciliar el sueño, agitando la imaginación de la niña. La mirada adulta de la pequeña soñadora es seria, como si le encomendaran una misión importante para traer luz y bien al mundo y la llevara, cubriendo cuidadosamente la luz de la vela con una palma de la brisa ocasional.