Los investigadores atribuyeron a la soberanía los dibujos de Van Eyck en el “Libro de relojería de Turín”, un libro litúrgico que contiene oraciones y cantos del círculo diario de adoración. Este hecho, por cierto, habla a favor de la suposición de que el artista en su juventud lo estudió como ilustrador de libros.
Este libro en sí tiene una historia curiosa. Fue ordenado en 1389 por el duque Jean Berrius, quien acudió a Felipe el Bueno, un tío abuelo, el señor supremo del artista. El trabajo duró décadas, su fin se remonta a 1447 años.
El libro ha cambiado repetidamente de propietarios, pasando, incluyendo, a través de las manos de Juan de Baviera, a quien Van Eyck sirvió en los años 1422-25, y, quizás, a Felipe el Bueno.
El manuscrito fue gravemente dañado en 1904 durante un incendio, pero las ilustraciones quemadas nos llegaron en fotografías. Los fragmentos sobrevivientes ahora se guardan en colecciones privadas en París y Turín. Diseñó “Houring” algunos artistas. Tres de las miniaturas sobrevivientes están hechas de la manera característica de Jan van Eyck. Se consideran las obras de él mismo o de su hermano Hubert.
Los temas de estas miniaturas son el nacimiento de Juan el Bautista, la misa fúnebre y la adquisición de la cruz.