La imagen fascina al espectador con la inmensidad de la distancia del mar. Toda la composición consiste en rayas horizontales de varios colores: arena costera casi blanca con una figura solitaria de un monje, un mar negro y azul, gris plomo, que ilumina el cielo. El motivo principal de la imagen es la línea del horizonte: está oculta por las nubes, pero el vecindario de olas pesadas y un cielo en movimiento muestra esta línea, y lleva al espectador a las profundidades.
La yuxtaposición de una pequeña figura humana y un panorama del mar y el cielo sin puntos de referencia crea una imagen de espacio infinito. Esta imagen fue un éxito, fue adquirida por el rey prusiano Frederick William III, y el pintor fue elegido miembro honorario de la Academia de Berlín.