El trabajo de Picasso tiene motivos personales: preocupado por los acontecimientos en España que llevaron a la guerra civil, el artista expresó en la imagen una alegoría de su situación cotidiana. Su esposa Olga lo dejó y descubrió que su amante estaba esperando un hijo. En marzo de 1936, Picasso visitó la ciudad de Juan-les-Pins en la Riviera francesa y regresó con dibujos de escenas fantásticas que representan al Minotauro.
Para Picasso, el monstruo de cabeza de toro era un símbolo de la dualidad de la naturaleza humana, y en su imagen representaba la lujuria y la crueldad. Aunque la amabilidad de los ojos del Minotauro y su sonrisa son extrañamente atractivas, sostiene al caballo, aplastado por sus propias manos, extendiendo su mano hacia la chica que lo mira con consternación. A la izquierda, fuera de la oscuridad de la cueva, otro par de manos es visible en un gesto de súplica.