El Evangelio de Juan cuenta cómo Cristo convirtió el agua en vino durante la fiesta de bodas en Caná. El fresco de Giotto representa una versión bastante desarrollada de la iconografía de esta trama. Su composición de múltiples figuras combina varios episodios de la trama.
El orden de su percepción visual en su conjunto coincide con el desarrollo del evento del evangelio, dirigiendo nuestra atención de la figura de Cristo sentado a la izquierda al administrador de la fiesta en el lado opuesto. Pero al mismo tiempo, los eventos se llevan a cabo como a un ritmo acelerado: Cristo bendice el agua, que todavía se está vertiendo en los frascos, y el mayordomo ya sabe el vino. Debido a tal “engrosamiento” del tejido de la narrativa, el artista logra lograr la impresión de completa claridad semántica de la imagen representada en combinación con una demostración de su significado interno, sacro.
Como siempre con Giotto, en la imagen lo sublime está estrechamente relacionado con lo cotidiano. La abundancia de detalles interesantes de la trama informa a esta escena de un personaje casi de género: nos fijamos en los detalles del interior, imágenes de banquetes y sirvientes, sus caras y disfraces con interés. Preste atención al orden de colocación de los personajes en la mesa del banquete.
De acuerdo con la tradición establecida, Cristo se encuentra a la izquierda, en el borde de la mesa. Junto a él se sientan el novio y el apóstol Pedro. Pero, tratando de evitar la inconsistencia del conjunto compositivo, Giotto crea una especie de contrapeso a sus figuras: en el lado derecho del fresco, muestra una escena de degustación de vinos.