La esposa del débil Carlos IV, por el contrario, era conocida como una mujer fuerte y hambrienta de poder. Lo que no se puede decir sobre la alta moral.
Fue en la era de Carlos IV que todos vieron en el trono, no monarcas semejantes a dioses, sino personas viciosas comunes, lo que se expresó en una expresión abierta de falta de respeto. Goya escribió cartas leales a los monarcas, pero en su corazón, aparentemente, compartió la opinión general. Detrás de la pompa externa de este retrato, uno puede considerar sus verdaderos sentimientos.