Madonna Durer, la mayoría de las veces joven, encantadora, con una cara suave, con labios tiernos, con los ojos medio cerrados y pensativos. La imagen se repite, varía, cambia, María luce más joven y más vieja, pero en muchas obras es la misma mujer. Cuando observas sus encarnaciones, parece que todas vuelven a la imagen real.
¿Dónde, cuando Durero conoció a un prototipo viviente de su Mary? Eso no lo sabemos. Sus hermanos y contemporáneos a menudo pintaban y escribían a su esposa a imagen de Madonna.
Pero no existe el menor parecido entre Agnes Dürer, ya que la capturó en algunos dibujos en su juventud y en su madurez, y en la forma en que retrató a Mary.
No sabemos casi nada acerca de la vida personal de Durero, pero vemos que cierta imagen femenina pasa constantemente, convirtiéndose en María, después de muchos años de vida del artista, preocupándonos con su encanto vivo y, tal vez, el secreto relacionado con ello.
María en las obras de Durero muy a menudo, alegre, tranquila. Ella todavía no sabe qué le espera a su hijo. Si ella juega con él, lo sostiene de rodillas, si lo está entreteniendo con una pera, ella es hermosa.
Y el niño es un bebé real con una cabeza grande y redonda, con los brazos y piernas regordetes en la cintura, la mayoría de las veces desnudo. Viviente, niño humano terrenal.
Para crear tal imagen de un bebé, es necesario observar a muchos niños y dibujarlos sin cesar. Y lo más importante – amar. Creyente, no deifica una idea religiosa abstracta, sino una madre que da vida a una nueva persona, que lo cuida y lo cuida, deifica la maternidad, la gran garantía de la inmortalidad de la raza humana…