En sus primeros años, Tiziano pintó una serie de pinturas dedicadas al sufrimiento de Cristo. Incluyen: La corona de espinas, Múnich), Reproche de Cristo, He aquí al hombre y Dos versiones de Cristo que lleva la cruz.
En estos trabajos, que penetran con un tremendo poder dramático, los trazos se desintegran gradualmente en toques de pigmento de aplicación rápida. El objetivo ya no es reproducir la naturaleza, sino transmitir directamente la emoción cruda del pintor, que está completamente involucrado en la acción trágica de la pintura.
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