Ni un solo lienzo demuestra la fe de Moreau en la “necesidad de lujo” tan vívidamente como la pintura “Júpiter y Semele”, en la que el artista trabajó durante varios años. No pudo poner el último punto de ninguna manera, agregó más y más detalles nuevos e incluso cosió tiras adicionales del lienzo varias veces cuando no tuvo espacio suficiente para revelar su idea hasta el final.
Cuando, finalmente, el cliente tomó la foto del taller, Moreau exclamó tristemente: “¡Oh, si tuviera al menos dos meses más!” La escena representada en el lienzo está tomada de Metamorfosis de Ovidio. La princesa tebana Semelu fue seducida por el rey de los dioses Júpiter.
La celosa e insidiosa esposa de Júpiter, Juno, incitó a Semele a rogarle a Dios que se le apareciera en toda su gloria. Júpiter estuvo de acuerdo, y Semele fue asesinado por un extraordinario resplandor que emanaba de él. Al ver esto, Júpiter sacó del vientre de Semela un feto nonato y lo cosió en su muslo, del cual nació el dios del vino, Baco.
En su foto, Moreau transmite el momento de la aparición milagrosa de Júpiter. La enorme figura del dios de los dioses se sienta en el trono, y Semele desnuda cae, cegada por el resplandor que emana de su amante. Este lienzo encarna toda la vida y la experiencia creativa del artista, pero pocos de sus contemporáneos entendieron y apreciaron esta obra de Moreau.