La inspiración verdaderamente creativa llevó a Vasnetsov a resolver una de sus mejores acuarelas: “Iván el Gran Cuadrado en el Kremlin”, cautivando con un sentimiento increíblemente alegre y alegre de un día de invierno.
La luz, la luz blanca brillante, yace en casas y campanarios. Trineos y coloridos carros cabalgan, interpretando entre ellos importantes boyardos con sombreros de piel, un mendigo andrajoso y un tonto saltando en un palo…
Y todo esto, en el contexto de la magnífica arquitectura antigua rusa, en un ambiente solemne y majestuoso.