En el grabado “Hércules” Albrecht Dürer encarna el tema mitológico. El artista representa una escena tormentosa. Alguien en una armadura cara está tendido en el suelo. Una libra de hierro sin valor parece ser su caparazón y su casco.
Sus manos cayeron sin poder hacer nada en el suelo, una con una espada y la otra con una daga.
Un hombre poderoso, semidesnudo pisotea su pie con desprecio. La ropa del ganador es la piel del jabalí, el garrote es el hueso. En la desesperación, las manos de una niña se envuelven alrededor de su cabeza, y una anciana medio desnuda enojada ha levantado la mandíbula de su burro por encima de ella.
Parece que se oye el silbato del aire cortado, que ahora sonará un golpe terrible.
La confusión de las ramas que desprenden casi todo el follaje se vuelve negra en el aire, la superficie del lago está en calma. Un viento débil sopla la vela recta del barco. Parece un castillo adormecido.
La tranquilidad somnolienta del paisaje, su claridad brillante hacen que el combate que acaba de completarse sea aún más dramático, hace que el motivo de retribución suene aún más fuerte.