La puerta, a media oscuridad, está iluminada por los rayos que se abren hacia afuera, desde la calle. Allí, en el arco, se pueden ver casas altas de la ciudad, una iglesia de arquitectura gótica. La gente camina por la calle. Estos son transeúntes: una dama con sombrero, una sombrilla, un niño y un par de figuras más.
En el primer plano de la imagen hay una persona reclinada. Su cabello está recogido en un peinado de “cola”; largos flequillos cubren la cara.
A juzgar por las proporciones del cuerpo, lo más probable es que sea un hombre. El torso de un hombre es como una cómoda: consiste en un conjunto de cajones. Todos los cajones están abiertos.
Están vacíos, solo un colgante de tela arrugada que cuelga de uno. La postura de una persona es muy expresiva, el sufrimiento se ve claramente en ella. Fue robado y abandonado aquí en esta entrada.
Una de sus manos se extendió hacia la calle y los transeúntes en un gesto de rechazo. Una persona está tratando de protegerse de la posible curiosidad de los demás. Está desnudo, derrotado, desesperado.
La palabra “vacío” describe perfectamente la impresión de la imagen.
Cajones deslizantes: un motivo común en las obras de Dalí. Como regla, simbolizan los deseos ocultos. Aquí todas las cajas abiertas, no tienen nada.
No es necesario ser crítico de arte o conocedor de símbolos para interpretar esta imagen. Ante nosotros hay un hombre en un momento de desesperación y completa devastación.
El oscuro rincón solitario en el que trata de esconderse del mundo exterior, su refugio poco confiable, es improbable que le brinde paz y alivio al sufrimiento, y es poco probable que lo proteja del interés ocioso de los demás. Otras manos buscan ansiosamente cajas desbloqueadas. El contenido del armario se convirtió en dominio público.