Al estar en el hospital de Saint-Remy, Van Gogh trató de dibujar lo más posible. Esto tiene un efecto beneficioso sobre su salud, ayudando a hacer frente a los sentimientos negativos. Especialmente esto ayudó a la naturaleza.
Cerca del hospital había una antigua cantera, cuya vista inspiró al artista a crear un paisaje. De las cartas de Van Gogh está claro que le gustó bastante el resultado del trabajo. La imagen se puede llamar bastante armoniosa en la estructura del color: los colores ricos y saturados del verde se combinan bien con varios tonos de ocre y rojo.
A la luz del color, adquieren un tono amarillo brillante, que se mejora en combinación con el cielo lila.
El artista no estaba interesado tanto en la forma como en la forma, sino en las armoniosas combinaciones de colores. Los contornos oscuros pronunciados hacen que la imagen sea más clara y más contrastada, hasta cierto punto acercándola al arte del grabado japonés. Trazos desiguales transmiten ansiedad e inestabilidad.
El follaje oscuro rodea las piedras ocres con remolinos, haciendo que la composición esté completamente cerrada y apretada.
En la imagen hay una sombra de tristeza, como escribió Van Gogh, describiéndola en la carta de Theo. Pero en general, el trabajo ha tenido un impacto positivo en el artista.