Pintura del pintor español El Greco “El martirio de San Mauricio”. El tamaño del cuadro es de 448 x 301 cm, óleo sobre lienzo. El carácter visionario del arte de El Greco se refleja de manera clara y consistente en la imagen encargada por el rey Felipe II para la catedral de Escorial, El martirio de San Mauricio.
En una composición muy compleja saturada de multitud de figuras, como en las obras de arte medieval, hay episodios de la vida del santo en diferentes momentos.
En primer plano, las pinturas del artista colocaron a la figura del comandante del ejército tebano de Mauricio y sus compañeros de armas, listos para ser martirizados por lealtad al cristianismo. Se presentan en armadura de soldados romanos; Modelado plástico de sus figuras inspiradas en las técnicas de pintura clásica. Sin embargo, estas imágenes, en las que la comprensión de la personalidad humana típica de El Greco, está infinitamente lejos de las imágenes heroicas del Renacimiento.
Sus cuerpos carecen de peso real, sus caras y gestos reflejan la emoción emocional, la humildad y el éxtasis místico, sus pies descalzos caminan silenciosamente por el suelo. La imagen de la ejecución de Mauricio, la ascensión de su alma al cielo, eliminada por el artista en la distancia, como sucede en la esfera del espacio infinito.
En el cuadro El martirio de San Mauricio, el color inusual del artista, imbuido de la lucha inquieta de los colores opuestos, ahora destellando brillantemente, y luego desapareciendo en el brillo de la luz fantasmal e irreal, es uno de los medios principales de la transformación mística de la realidad. Así que, a diferencia de las obras tradicionales del arte de la iglesia, la pintura de Greco no fue apreciada por Felipe II o los pintores italianos de la corte italiana. Su lugar en la Catedral del Escorial fue entregado al lienzo de un mediocre pintor italiano.
Desilusionado por su fracaso en la corte, El Greco abandonó Madrid y se estableció en Toledo. Antiguamente el “corazón de España”, el antiguo Toledo en el siglo XVI se convirtió en un refugio para la antigua aristocracia feudal. Habiendo perdido la importancia de la capital del estado, Toledo seguía siendo el centro de la inquisición y el pensamiento teológico. La intelligentsia toledana era aficionada a los ideales de la cultura medieval y las enseñanzas místicas.
Su vida espiritual, en la que la música, la poesía y el arte ocuparon un lugar significativo, se distinguió por un gran refinamiento. Este ambiente fue el más favorable para el desarrollo del talento de El Greco.