Rublev es uno de los pintores de iconos más famosos, cuya forma de escribir durante muchos años determinó el desarrollo completo de la pintura de iconos rusa. Se sabe muy poco acerca de la personalidad de Rublev, solo lo que se puede decir al observar sus obras. Sin embargo, se sabe de manera auténtica que en 1408 fue a Vladimir para pintar allí la Catedral de la Asunción de la Virgen María.
El tema fue emocionante – Juicio Final. En la tradición europea, su imagen suele recordar a las hogueras de la Inquisición. Pecadores por un lado, los justos por el otro, un severo y castigador dios, listos para arrojarlos al tormento infernal, a un fuego abrasador y al sentimiento general de miedo opresivo, temerosos presentimientos del futuro.
Su propósito es a través del miedo de obligar a una persona a obedecer. Ruble también eligió un camino diferente: en su fresco no hay separación entre cabras y corderos. Todos permanecen en el resplandor del Señor que ha aparecido, y esto no es un evento terrible, lo que debería causar horror y un deseo de arrepentimiento urgente, sino el deleite de encontrarse con alguien que es amor.
La alegría de estar con Dios, la felicidad de la existencia misma de Dios, la sumisión del amor y no el miedo al castigo, esto es lo que Rublev expresó en sus frescos. No las tuberías de Armagedón, que nos hacen temblar y desean ocultarnos lo más posible, sino fanfarrias, anunciando que el que tiene derecho a juzgar y que siempre juzga misericordiosamente está llegando. No llores, sino regocíjate, porque este no es el final de la vida terrenal, sino el comienzo de la vida eterna.
A pesar de la biografía de la nebulosa, una cosa es segura: Rublev sabía lo que era la caridad.