La pasión de Cristo en toda su crueldad está representada en el cuadro “Ecce Homo”. Bosch retrata cómo Cristo es llevado a una alta pasarela por soldados cuyos sombreros exóticos les recuerdan su paganismo; el significado negativo de lo que está sucediendo se enfatiza con los símbolos tradicionales del mal: una lechuza en un nicho, un sapo en el escudo de uno de los guerreros. La multitud expresa su odio hacia el Hijo de Dios con gestos amenazadores y muecas terribles.
El intercambio de comentarios entre Pilato y la multitud se transmite mediante inscripciones. “El ensayo de homo”, dice Poncio Pilato, mirando la figura doblada de Cristo.
“Cruciflge eum”, – una inscripción que indica la respuesta de la multitud se eleva desde abajo. Estas palabras, así como una breve oración: “Salva nos XPE redemptor”, que emana de las figuras de donantes no sobrevivientes, están escritas en oro. ¿Qué puede demostrar este detalle conmovedor, si no la gran piedad del incomprensible Bosch? El Palacio de Pilato Bosch sitúa el paisaje de una ciudad típica holandesa: la leyenda del Evangelio está vestida en la carne del artista moderno y espectador de la vida cotidiana.
En el primer plano, a la izquierda de la multitud, apenas podemos ver las imágenes de dos donadores, cuyas figuras fueron borradas más tarde por razones desconocidas.