En la pintura “Diseño de interiores” del artista estadounidense Guy Johnson, como en el escenario teatral, vemos una sala, condicionalmente dividida en dos partes.
En la puerta hay una dama con un vestido rojo, al parecer, la dueña de esta habitación abstracta. La situación, obviamente, refleja el estado psicológico de la mujer, la confusión y la dualidad de su actitud. Almohadas en la alfombra, en la mesa de café, un jarrón de flores…
En una parte de la habitación todo es hermoso y correcto: esta es su vida, destinada a miradas indiscretas, para la sociedad, y en la otra, como en un espejo curvo, su segunda vida, donde todo está completamente mal, e incluso su propio reflejo está distorsionado por un espejo. Ya sea que un inodoro blanco le parezca una silla cómoda, o una silla blanca, por el contrario, a veces parece un inodoro feo.
Lo absurdo de tal situación, el artista expresó la incomodidad espiritual de una mujer con un vestido rojo y la aparente apariencia de orden y bienestar.