Una estrecha franja de vegetación separa el cielo y el agua en el boceto del maestro. La superficie del agua es inquieta. El cielo también está dominado por el viento.
Solo un pequeño detalle, los tallos de las cañas que se doblan bajo la presión del aire del otoño, llenan el trabajo con sonidos y una sensación de movimiento.
Nubes rodantes y tímidos destellos de cielo azul llenan el trabajo con energía, enfatizan dinámicamente la atmósfera del mal tiempo que se aproxima. La textura del agua es sorprendentemente confiable.
El reflejo del cielo es exacto y escrupuloso. El predominio de tonos de gris, tonos verde oscuro, destellos azules, fusionándose en una sola composición, transmiten el estado de ánimo y dan un sonido especial a toda la obra.