La pintura “Después del desayuno” representa la escena habitual de la casa. En las obras de los impresionistas prácticamente no hay crítica social. Los artistas de esta dirección intentaron capturar breves momentos de estar en sus lienzos, similares a los fotógrafos.
Las tramas para ellos eran secundarias y se extrajeron activamente de la vida cotidiana.
La obra de arte se parecía a un marco separado, un fragmento del mundo en movimiento. Es por eso que todas sus partes se hicieron iguales y participaron igualmente en la construcción figurativa de la obra. Al mismo tiempo, la aleatoriedad de la trama y la falta de equilibrio en la composición, las secciones en negrita de las figuras, los ángulos complejos inusuales aparecieron, esto ayudó a activar el espacio, dándole complejidad y profundidad.
En la mesa, entre la vegetación, se sientan dos mujeres. Uno de ellos se apoyó en el reposabrazos del sofá, apoyado en el asiento. Lleva un vestido oscuro, sus gráciles manos ocultan unos guantes negros translúcidos.
En su historia, la segunda chica, vestida con un traje ligero, se ve más refinada y elegante.
Fragilidad natural destaca el ramo de pequeñas flores de color púrpura en el sombrero. Exactamente lo mismo sujetado en su mano. La figura de un hombre fumando un cigarrillo, como si se hubiera cortado accidentalmente, para centrar la atención en las chicas.
Renoir admira a sus heroínas y, como si jugara, enfatiza la diferencia entre ellas: oscuridad y luz, seriedad e ingenuidad, pasión fatal y pureza… Estas características polares pueden darse a estas dos mujeres.