En las obras de Rembrandt no hay protesta directa contra la realidad existente; pero el ideal moral de una persona que lo avanza y lo defiende en su trabajo es objetivamente lo opuesto a esta realidad.
No fue en vano que su trabajo finalmente le resultara ajeno a la burguesía holandesa contemporánea para él, sino que seguía siendo incomprensible, inestimable para sus contemporáneos. Si las primeras pinturas históricas de Rembrandt están impregnadas del espíritu del barroco, a partir de mediados de los años 30, las obras del artista en el género histórico comienzan a adquirir un carácter diferente. Las verdaderas pasiones humanas se abren camino a través del patetismo externo, cada vez más dramático teatro, el “terrible” evento es reemplazado por el verdadero drama de la vida.
Estas nuevas características aparecen claramente en la pintura del Hermitage “El descenso de la cruz”, escrita en 1634.
Pernocte. Triste silencio Una multitud silenciosa de personas rodeaba una enorme cruz en la que Cristo fue crucificado. Vinieron al Calvario para pagar la última deuda a su maestro.
Con la luz fría de las antorchas, sacan su cadáver de la cruz. Uno de los hombres, subiendo la escalera, saca los clavos con los que Cristo fue crucificado en el travesaño; otros bajan su cuerpo; Las mujeres están preparando una cama para los restos, extendiendo una tela grande y pesada en el suelo.
Todo se hace lentamente, en silencio respetuoso y triste. Las experiencias de la audiencia son diferentes: algunas personas expresan una amarga desesperación, otras, angustia valiente, y otras más, horror espantoso; pero cada una de las personas presentes está profundamente imbuida del significado del evento. El dolor del anciano que acepta a Cristo muerto es ilimitado. Lo sostiene con un esfuerzo notable, pero con mucho cuidado, gentilmente, tocando su mejilla con el cuerpo sin vida. María sufre de pena.
No puede pararse, pierde el conocimiento, cae en los brazos de las personas que la abrazan con cuidado. Su rostro demacrado es mortalmente pálido, sus párpados están cerrados, la mano debilitada de su mano extendida se abatió impotente.
La imagen captura la penetración profunda, la verdad de la vida. Solo la exageración de ciertos movimientos y gestos recuerdan las aficiones barrocas de Rembrandt. Por primera vez en el trabajo de Rembrandt, la idea se expresó claramente en “Retirar de la cruz” que los grandes eventos de la vida, las severas pruebas del destino, las experiencias profundas y nobles unen a las personas.
La imagen muestra el surgimiento de nuevas tendencias en el arte de Rembrandt, anticipa el profundo drama de sus posteriores lienzos.