La mitología griega antigua, tan llena de temas y tramas fascinantes, ha inspirado repetidamente a los artistas de New Time para crear lienzos originales. Sin embargo, entre los mitos hay aquellos que atraen la atención de los artistas especialmente a menudo. Tal, por ejemplo, es el mito de Dedalus e Icarus, que refleja el sueño eterno de la humanidad acerca de volar.
El artista inglés del siglo XIX Frederick Leighton contribuyó a la interpretación de este mito.
A diferencia de Peter Bruegel el Viejo, quien capturó el momento en que Icarus cayó al agua y nadie lo notó, Leyton concentró su atención en una especie de “cables”. Dédalo, un hombre ya en la edad, según lo indicado por la calvicie y las manos tensas, comprueba la “munición” del hijo antes del vuelo. E Ikar con todos sus pensamientos ya está allí, detrás de las nubes.
Su expresión está inspirada y desprendida de todo lo mundano, vano al mismo tiempo. Levantó triunfalmente su mano derecha, apretando su puño.
La mano izquierda ya está armada con un ala, y la derecha aún está por hacerse. Es como si Ícaro se inspirara en la desesperada hazaña de una figura colosal que se ve a lo lejos con su espalda hacia nosotros, lo que no permite que se le atribuya con precisión, ya sea que se represente al comandante, o tal vez a alguien de los dioses olímpicos.