Wassily Kandinsky abandonó Alemania en 1933, cuando los nazis llegaron al poder. Los ideólogos del fascismo condenaron enérgicamente las nuevas tendencias en la pintura, el “arte degenerativo” fue objeto de persecución, las pinturas fueron destruidas y se les prohibió exhibirlas.
Kandinsky emigró a Francia, donde vivió hasta el final de sus días. En París, trabajó fructíferamente, creando lienzos increíblemente armoniosos. Las obras de ese período están marcadas por una paleta de luz, las líneas y las formas se suavizan.
Incluso en los años de trabajo en la famosa Bauhaus, Kandinsky mostró interés en la botánica y la zoología, pintó pequeñas criaturas y enseñó esto a sus estudiantes.
Vemos huellas de este entusiasmo en la imagen “Curva dominante”, un embrión rosado y esquemático flota en la esquina superior derecha, las figuras en el rectángulo verde se asemejan a animales marinos microscópicos, y figuras orgánicas flotan sobre la región azul cielo.
Estas imágenes biomórficas flotantes, a menudo presentadas en tonos pastel, pueden verse como signos de la visión optimista de Kandinsky de un futuro pacífico y la esperanza de un renacimiento del período de posguerra. Kandinsky no vivió para ver el final de la Segunda Guerra Mundial, pero su intuición del artista sugería que el mal no podía gobernar para siempre, otras veces vendría, la vida renacería…