El cuadro se refiere al período temprano de la creatividad de Rubens. Presenta el episodio del Evangelio, cuando Cristo, después de flagelación y reproche, fue mostrado a la gente para el veredicto final. El gesto señalador de Poncio Pilato, quien no admitió la culpa por Cristo, ilustra las palabras del procurador: “He aquí el hombre”.
Corona de espinas y púrpura: símbolos parodiales de la dignidad real, inventados para Jesús como un signo de burla a la veneración. La composición equilibrada, el conocimiento impecable de la anatomía y el modelado escultórico de las formas indican un estudio cuidadoso por parte del artista de los monumentos del arte antiguo y renacentista.
Al mismo tiempo, la técnica de pintura en el árbol con el uso de suelo de tiza blanca, textura lisa y colorida y material tangible en la representación de los objetos, especialmente el casco de metal con reflejos rojizos de púrpura en él, se asocia con las tradiciones nacionales. La ausencia de exaltación externa en la transmisión de los tormentos físicos y mentales de Cristo informa su imagen de heroísmo, enfatizando la fortaleza espiritual y el valor.