Costa de Marne – Paul Cézanne

Costa de Marne   Paul Cézanne

Los posimpresionistas se niegan a simplemente corregir los fenómenos de luz, a transferir sensaciones visuales exactas al lienzo. Se esfuerzan por lograr una mayor síntesis de forma y color, queriendo darle una imagen generalizada a la imagen, para expresar una idea del mundo en general. La pintura “La costa del Marne” fue escrita dos años más tarde por “Haystack” por K. Monet, mientras que el concepto artístico y la estructura pictórica de este lienzo son fundamentalmente diferentes.

El paisaje de Cézanne es marcadamente estático: la línea casi horizontal de la orilla del río se opone a los estrictos verticales de la casa y los árboles en la orilla. La inmovilidad del paisaje se ve reforzada por el hecho de que se refleja en el agua congelada, similar a un espejo. Si los impresionistas del mundo a veces se disuelven en la luz del sol, en una atmósfera de luz-aire que cambia constantemente, entonces en Cézanne recupera su peso: el paisaje enfatiza la estructura del edificio y el volumen de la masa de árboles. Sin embargo, la naturaleza aparece diferente a la de los antiguos maestros.

No hay follaje ilusorio.

Los árboles en la imagen forman una masa de geometrización generalizada, como una masa facetada. Cézanne tomó prestado de la paleta de impresionistas ennegrecidos. Sin embargo, el color de la imagen es oscuro y frío: predominan los tonos azul y azul verdoso, están “soportados” por marrón y púrpura. El llamado color “que fluye”, es decir, el mismo color, que aparece en la pintura del cielo y el agua, los árboles y el suelo, juega un papel importante en el sistema de color del artista.

Debido a esto, el lienzo adquiere unidad interna, integridad.

Al reducir el color abigarrado del mundo a combinaciones colorísticas estrictamente definidas, generalizando y geometrizando las formas objetivas, Cézanne rechaza todo lo innecesario, aleatorio, transitorio. Un motivo sin pretensiones con una villa banal le da una espiritualidad especial. El paisaje de “La costa de Marne”, construido arquitectónicamente y de colores severos, recuerda con solemnidad los paisajes clásicos de Poussin, cuyo trabajo altamente ético sirvió de modelo para Cézanne.

La pintura entró en la ermita en 1930 desde el Museo Estatal de Arte Nuevo Occidental en Moscú.

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