Desde 1901, Picasso ha desarrollado su propio estilo, que caracteriza el llamado “período azul” en su arte. El artista escribe exclusivamente en una gama fría, azul-azul. Los personajes de sus pinturas son mendigos, enfermos o personas expulsadas de la vida.
El color frío da a las obras un sonido triste, a veces trágico. El tema de los indigentes pasa al siguiente, llamado “período rosa” por Picasso. Su tristeza es ahora un tono más ligero, lírico.
La coloración de las pinturas se basa en una combinación de delicados tonos rosa y azul.
El artista se siente atraído por las escenas de la vida de los artistas de circo errantes. Antes del espectador, su vida pasa: pesada, empobrecida, aunque no carente de una especie de encanto romántico. Un papel especial en estas imágenes es el tema de la intimidad, el amor tierno o la camaradería.
El pequeño gouache en la colección del Hermitage describe perfectamente el arte de Picasso de la “época rosa”.
Una amistad tranquila y leal une a un niño enclenque y un perro: un simple chucho con una cara inteligente, presionado con confianza contra los pies de su pequeño amo, mientras él le acaricia la cabeza. Picasso enfatiza la delgadez del niño, alterando un poco las proporciones de su cuerpo, pero esta deformación solo subraya la impresión que se produce y, por lo tanto, sirve para mejorar la veracidad.
La imagen es conmovedora sin sentimentalismo, es profundamente humana. Representando a un niño delgado, pálido, de cabeza grande, hambriento y vestido con harapos, el artista no menosprecia su dignidad, sino que le otorga una poesía sutil. En El niño con el perro, se manifiesta el gran humanismo de Picasso, que es la característica principal de todo su arte.
La pintura entró en el Hermitage en 1935 desde el Museo Estatal de Arte Nuevo Occidental en Moscú.