En este trabajo alegre y dinámico, Andrea demostró ser un observador atento y bondadoso. La niña representada en el lienzo es su hijastra, la hija de Lucrecia de su primer matrimonio llamada María. En sus manos, sostiene un volumen abierto de los sonetos de Petrarca, y mirando astutamente al espectador, le señala uno de los poemas.
Aparentemente, esta cosa fue escrita no para ordenar, sino para “uso familiar”.
Está impregnado de la calidez de casi Sharden, literalmente emana fluidos caseros. La cara redonda de María brilla con alegría y esa expresión de confianza, que es característica solo de una joven feliz.
Hay en esta cara y entusiasmo, y ternura, y timidez de niña. Note también con qué frecuencia Andrea del Sarto le da a sus personajes libros. En cuanto a los retratos de “familia”, entonces el libro se encuentra en ellos dos veces.
Esto sugiere que el artista, a pesar de su bajo origen, se distinguió por su educación.