Cara de la Guerra – Salvador Dalí

Cara de la Guerra   Salvador Dalí

Salvador Dalí no pudo ver cómo las tropas nazis irrumpieron en su Francia natal. Se fue a los Estados Unidos con su esposa, después de haber dejado sus lugares favoritos, dándose cuenta con dolor y amargura de que todo se destruiría y se rompería.

El horror de la guerra, el miedo, el derramamiento de sangre abrumaron al artista. Todo lo que era lindo y caro durante muchos años en un instante fue pisoteado, quemado y hecho pedazos. Parecía que todos los sueños, todos los planes estaban enterrados vivos bajo una bota nazi.

En los Estados Unidos, Dalí estaba esperando el éxito, el reconocimiento, su vida allí era muy feliz y rica, pero luego, cuando el artista navegó en un barco de vapor, dejando Francia, todavía no lo sabía. Cada uno de sus nervios estaba tenso, como una cuerda, las emociones exigían una salida y, justo allí, en el barco, Dalí comenzó su pintura “El rostro de la guerra”.

Esta vez se retiró de su manera habitual, la imagen fue escrita de manera muy simple e inteligible. Ella gritó, estalló en la conciencia, encadenó el horror de todos los que la contemplaron.

Sobre el trasfondo de un desierto quemado y sin vida, se representa una cabeza humana, que se aferra con una mueca de horror y sufrimiento infinito. Un cráneo sin piel y sin piel es un símbolo brillante de la guerra.

Las órbitas y la boca torcida repiten esta pesadilla muchas veces. Calaveras, calaveras, calaveras y un horror aún inhumano: eso es todo lo que la guerra trae a todos los que se interponen en su camino. No hay vida al lado de la guerra, y en sí misma es una pesadilla y está muerta.

Numerosas serpientes nacen de la cabeza y se la comen. Son más como gusanos desagradables, pero sus bocas están abiertas y parece que incluso ahora se escucha su silbido enojado.

El contemplador de la imagen no es un espectador, se supone que debe estar aquí, solo mirando el horrible rostro de la cueva. Este sentimiento refuerza la traza a mano en la esquina de la imagen.

Me dieron la impresión de que él quiere pedir una razón: ahora, cuando estás cubierto, en una cueva, piensa si vale la pena ir a donde solo vale la máscara sin vida de la muerte, si vale la pena comenzar guerras que devoran a sus propios titulares, que traen un sufrimiento infinito y están condenados a muerte terrible

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