Los paisajes de Paul Cézanne siempre están pintados por la individualidad del artista, son interesantes en términos de composición, texturas y soluciones de color. Los paisajes de Cézanne no siempre son aburridos, siempre diferentes entre sí. Los lienzos de los artistas abundan en colores, una variedad de tonos.
El paisaje “Calle” frente a nosotros representa la imagen de la Provenza francesa, llena de vida dimensional, que fluye lentamente. La trama del lienzo refleja el curso habitual de la vida diaria. Es poco probable que la imagen se caracterice por algunas estructuras compositivas complejas y exageradas, capas de significados filosóficos y argumentos.
Por el contrario, la serie pictórica de la imagen es simple y clara. El paisaje se recuerda y se aferra no con su base de trama, sino con una forma de encarnación inusual, brillante post-impresionista.
La calle está iluminada con una suave luz del atardecer con toques dorados de calor. Los trazos grandes y coloridos le dan a la imagen un aspecto decorativo y fragmentario, como si la estructura del lienzo estuviera tejida con piezas individuales de diferentes colores, texturas y tamaños. Algunas imágenes y contornos de silueta fluyen suavemente e interactúan con otros, se asemejan a una superficie áspera y rugosa, voluminosa y viva, realmente sentida.
El lienzo se caracteriza por el uso de atenuación de contraste, lo que hace que la imagen del paisaje sea más expresiva, vívida y gráfica. La combinación de una luz plein air y elementos gráficos complejos crea un hermoso paisaje de una tranquila calle francesa, aislada, tranquila, serenamente hermosa.
Paul Cézanne creó repetidamente paisajes multidimensionales. El cuadro “Calle” no es una excepción. También se caracteriza por el principio de multiplicidad y complicado espacio compositivo. El primer plano del lienzo del paisaje está formado por imágenes de árboles con un follaje grande y exuberante, con un tinte diferente de verde. Los fragmentos marcan hojas doradas, lo que indica el inminente acercamiento del otoño, el inicio de la estación lluviosa y el frescor.
Un poco más marcó la pared en nítidos puntos de contraste, formando el segundo plano de la imagen.
El plan más lejano está formado por grupos de casas, brillantemente iluminadas por los rayos del sol. No son muchos, pero es la imagen de los edificios la que introduce un momento de veracidad, realismo del paisaje, lo saca de una serie de imágenes sin vida y contornos estampados, lo que lo lleva a existir al ritmo de una tranquila vida provenzal donde el espacio y el tiempo están organizados de una manera especial. Al mismo tiempo, el espacio se llena con un denso aire de serenidad inmóvil, y el tiempo parece estar congelado en las profundidades del azul inmóvil del cielo.