Tal vez en ninguna parte y nunca se haya buscado tanto el “agrado” y el refinamiento, como en la corte del rey Luis XV. El arte de vivir es fácil, “arrancar las flores del placer”, ha sido venerado por el arte real.
A veces parece que en el aire ya existía una premonición de tormenta eléctrica, una catástrofe inminente. Y que fue precisamente esta presunción la que provocó el deseo de establecerse con toda la gracia y comodidad posibles, rodearse de pastores rosados, muñecas de porcelana y paisajes idílicos.
Que exigía de la vida ser como un teatro. Y Bush hábilmente albergó las ilusiones de sus clientes. Sus pinturas sumergen al espectador en el mundo de los sueños encantadores, la ficción encantadora. Note, el maestro nunca nos dice: “Vea cuán cierto es”. Él dice: “Mira lo lindo que es”. Él no nos educa, no nos inspira a esforzarnos por alcanzar metas elevadas, sino que solo lamenta que la vida sea tan corta y, de hecho, triste.
Y, lamentando esto, intenta suavizar sus esquinas, cubrir su fealdad, hacerla un poco más agradable. Haciendo trampa? Dejar Pero el hombre no siempre necesita la verdad.
A veces también necesita consuelo.