Las obras de retratos de Peter Rubens se pueden llamar una guía pictórica real “Quién es quién” por los representantes de la nobleza europea occidental del siglo XVII. Durante sus ocho años en Italia, pintó retratos de muchos aristócratas, incluido su primer patrón, el duque de Mantuan. En 1609, después de regresar a Amberes, Rubens se convirtió en pintor de la corte bajo los gobernantes españoles de los Países Bajos: el archiduque Alberto y la archiduquesa Isabel.
En la década de 1620, junto con el desfile, se escribieron una serie de retratos de amigos y familiares del artista. Por regla general, los trabajos hechos a medida realizados en un estilo espectacular y ostentoso dejan al espectador actual bastante indiferente. Pero los retratos, creados a instancias del corazón, excitan a las profundidades del alma y el lirismo conmovedor. Debe señalarse que luego apareció una característica en las obras del maestro: la encarnación de un poder de ganancia de la experiencia lírica, un reflejo de la sutileza de los sentimientos, su poesía.
Esto se siente especialmente en sus paisajes, pequeñas composiciones y en retratos de mujeres y niños.
Se cree que la imagen “La cabeza de un niño” está representada por Clara-Serena en la primera infancia, el primer hijo de Rubens, quien murió en 1623 a la edad de doce años. Su muerte fue un gran golpe para la artista, que amaba mucho a sus hijos. A mediados de la década de 1620, uno de los mejores retratos de su mano, el Retrato de una Cámara de la infanta Isabella, también data de.
Aunque hay una sugerencia de que la heroína del lienzo, cuyos rasgos faciales se asemejan a una niña, nunca ha sido la doncella de Isabella, la gobernante española de los Países Bajos.
El nombre tradicionalmente se remonta a la inscripción hecha por una mano desconocida en el dibujo preparatorio en el Museo Albertina de Viena. Entre los retratos de Rubens, este tiene un lugar especial. En ella se fija la apariencia de una adolescente con pómulos anchos y boca grande.
Al encarnar las características de edad observadas del personaje que aún no ha tomado forma, el maestro crea una imagen espiritualmente rica. La niña vive una vida inspirada y temblorosa. Y parece que por este motivo, se creó un retrato que Rubens busca prolongar la vida de este sutil, tierno por la magia de su pintura.