Hasta mediados del siglo XIX, ningún artista habría pensado mostrar al público en general su dibujo con carbón.
El carbón era considerado un material auxiliar. Hicieron bocetos preliminares, bocetos, es decir, algo que no está destinado a los ojos de la audiencia. Por tradición, el carbón para dibujar estaba hecho de sauce o ciruela, y en el siglo XIX, el carbón de la vid entró en la vida cotidiana de los pintores.
La uva le brindó al dibujante más oportunidades que la ciruela o el carbón de sauce. Se puede aplicar al papel con una esponja, un cepillo o un dedo húmedos, está bien sombreado, dando transiciones de luz y sombra finas. Muchos artistas famosos de la época trabajaron en carbón.
Por ejemplo, se han conservado los sorprendentes bocetos de paisajes de carbón de Camille Corot.
A partir de la década de 1860, los dibujos al carbón empezaron a ponerse de moda. Los pintores comenzaron a exhibir sus obras de carbón incluso en el Salón, donde a menudo se los honraba con críticas elogiosas. Odilon Redon fue uno de los principales dibujantes de carbón.
Dos de sus obras se muestran aquí: “Caballero misterioso o Esfinge” y “Dama con una corona de laurel”.