Esta es una de las primeras pinturas en París de la serie de recuerdos de su Vitebsk nativo. Los colores brillantes contrastantes y el dinamismo espacial recrean el ambiente festivo de lo que está sucediendo.
La pintura tiene algo en común con la pintura mural. La tierra y el cielo son lo más abstractos posible. En su trasfondo se desarrolla una acción de boda muy real y al mismo tiempo misteriosa.
Los habitantes provinciales se muestran en toda la autenticidad de su aspecto y color nacional. A la izquierda – un transportista de agua, encuentro con el que promete la felicidad. Antes de la procesión están los músicos y la duna, una diversión tradicional que entretiene a los invitados en la boda.
El movimiento en la imagen se lleva a cabo horizontalmente, lo cual es típico del período inicial del trabajo del artista.
Chagall rechazó tempranamente la iconoclasia del judaísmo y la tradición judía que prohibía cualquier imagen de una persona. Por el contrario, trató de capturar en imágenes plásticas visibles la memoria histórica del pueblo judío. Esta foto es una clara confirmación de esto.
También mostró la capacidad de Chagall para “contar historias” en sus pinturas y, al mismo tiempo, combinar la universalidad de las imágenes con el sutil psicologismo y la vitalidad.