Este trabajo sobre el tema bíblico ilustra la escena del segundo libro de Reyes y está considerado como uno de los mejores trabajos del realismo holandés en la pintura de retratos del siglo XVII. La historia del Antiguo Testamento cuenta que mientras caminaba por los techos del palacio, el rey David fue seducido y fascinado por el hermoso baño de Bathsheba. Dado que su esposo en ese momento servía en el ejército del rey, esta última llamó a la mujer a la corte y apagó su pasión con ella, y luego ordenó que sustituyera al marido de Betsabé bajo ataque en medio de la batalla.
Rembrandt captura en su imagen el momento en que la heroína recibe una carta en la que el rey la llama. Este es uno de los ejemplos más sutiles y expresivos de arte religioso, en el que todos los sentimientos encontrados de una mujer son visibles, desde el arrepentimiento y el asombro, hasta la expectativa de una conexión prometedora.
Anteriormente, se consideraba canónico mostrar el baño de Bathsheba al aire libre, donde en el fondo, a la distancia, había una torre con la silueta de David observando a la heroína. Rembrandt también utilizó una construcción similar en el trabajo de 1643, pero en este trabajo propone una composición minimalista en la que el espectador, en lugar del rey, se convierte en el observador de la mujer.
Betsabé se sienta en una cama en su habitación, con la cabeza ligeramente girada, y ella misma se pierde en sus pensamientos mientras el sirviente se limpia los pies. Por el análisis de rayos X se sabe que la posición de la heroína se planifica cuidadosamente. Inicialmente, Rembrandt la retrató, mirando hacia arriba en una postura menos desafiante. La doncella, que mira hacia otro lado, también conoce el contenido de la carta, que la anfitriona tiene en la mano.
La escena en el dormitorio alude a las consecuencias que terminarán la próxima reunión.
El detalle y el detalle de la imagen son excepcionales incluso para Rembrandt. Cada pliegue y arruga se elaboraron con amor, y la naturaleza sensual del trabajo se enfatiza mediante cortinas transparentes y decoraciones delicadas. Los trazos anchos crean resonancia táctil con el cuerpo, lo que lo hace casi tangible.
La imagen está hecha en cálidos tonos dorados y tiene ecos del trabajo en color de famosos maestros venecianos, como Paolo Veronese y Titian.
La profunda tristeza es visible en la cara de Betsabé, pero este no es el único sentimiento que expresa una mujer. Al final, además de la traición de su marido, hay perspectivas fascinantes que se abren cuando tienes un contacto cercano con David. Rembrandt rara vez creó composiciones triviales, razón por la cual Betsabé en este trabajo se presenta como un pecador y una víctima.