
Mirando los paisajes parisinos nocturnos de Korovin, el espectador se sumerge en la misteriosa esfera de la vida de la ciudad con sus escaparates bien iluminados, luces multicolores de linternas que crean un caleidoscopio multicolor de luces y sombras.
La iluminación artificial de las calles de la ciudad en sí misma mejora el momento del entretenimiento, dando un motivo muy real a la fantasía. Es cierto que, hablando del romance de las obras del artista de la década de 1900, siempre se debe tener en cuenta que este romanticismo se busca en el objeto representado y no está creado por la imaginación del artista.
ParisBulevar Capuchino – Konstantin Korovin
Rosas y violetas – Konstantin Korovin
ParisSaint-Denis – Konstantin Korovin
La última nieve – Konstantin Korovin
Bastille – Konstantin Korovin
CrimeaGurzuf – Konstantin Korovin
Hammerfest. Luces del Norte – Konstantin Korovin
Puente Moskvoretsky – Konstantin Korovin