“Banquete de oficiales de la compañía de Santa Adriana”. Un gran lienzo golpea con un color inusualmente ligero y ligeramente frío, lleno de luz diurna y aire plateado. Al penetrar en todos los rincones, el entorno transparente y parpadeante crea la belleza pintoresca más sutil de la imagen. Ella también le da una vitalidad rara.
De pie frente a la imagen, el espectador disfruta al mismo tiempo de naturalidad y de una belleza especial, como si fuera independiente, del resplandor que no depende de nuestras asociaciones familiares. Trajes negros, espuma blanca de collares y puños, franjas brillantes de bufandas y pancartas se destacan en este resplandor.
Muy inusual composición de la imagen. En el primer plano, de lado al espectador y con la espalda apoyada, Hals pone a dos capitanes; El tercer capitán de la compañía, sentado en el lado opuesto de la mesa frente a un plato con camarones, es visible en el tragaluz bordeado por sus bufandas. Grupos de tiradores sentados y de pie se agruparon en estas figuras en ambos lados, mientras que el centro ocupado por la mesa colocada se libera, se libera por las figuras, pero se “llena” de luz y aire.
El problema de transmitir la atmósfera en el interior posteriormente ocupó a muchos pintores holandeses.
Hals realiza esta tarea de manera más intuitiva que los maestros posteriores, quienes distribuyen los efectos de manera racional y precisa, calculan hábilmente la intensidad de la luz en una habitación en particular. Él es apasionado y emocionado por la belleza más suave de la luz difusa diurna que se le ha abierto.