En un pedestal plano bajo con la inscripción en inglés “autorretrato suave” se encuentra una apariencia amorfa de una cabeza humana. Los rasgos faciales, que gotean bajo el peso de su propio peso, están soportados por numerosos puntales. Hay tantos de estos accesorios en el lienzo que crean una apariencia de diseño a cielo abierto, arrastrando la atención del espectador sobre sí mismos.
El cerebro trata de abrazar este entretejido de líneas verticales, perdiendo la capacidad de enfocarse en las suaves características fluidas de la cara. El único detalle en el que se confía la tarea de transmitir la imagen del retrato: este es el famoso bigote torcido. Sí, tal vez, cejas gruesas y curvadas que parecen una imagen de espejo de un bigote.
En un pedestal, es como si por casualidad una tira de tocino frito olvidada por un turista que pasa. Gente y comida – una combinación favorita de Dali. “Mi pintura es vida y comida, carne y sangre”, como dijo el propio artista.