Las primeras manifestaciones del arte renacentista en los Países Bajos se remontan a principios del siglo XV. En el siglo XIV, los maestros holandeses eran bien conocidos en Europa occidental, y muchos de ellos jugaron un papel importante en el desarrollo del arte de otros países. Sin embargo, casi todos ellos no abandonan el canal del arte medieval.
Y lo menos notable es el enfoque de un nuevo poro en la pintura. El desarrollo de las tendencias renacentistas en los Países Bajos procedió de otras maneras.
Estos caminos se perfilaron en una miniatura holandesa de principios del siglo XV. En el siglo 13-14, los miniaturistas holandeses eran los más conocidos; muchos de ellos viajaron fuera del país y tuvieron una fuerte influencia en los artesanos, por ejemplo, Francia. Y justo en el área de la miniatura se creó un monumento de un punto de inflexión: el llamado coro de Turín-Milán.
En términos de excelencia artística y en su importancia para el arte de los Países Bajos, un grupo de hojas, aparentemente creadas en el siglo 20 de 1920, se destaca entre los libros Horas de los caballos.
El autor los llamó Hubert y Jan van Eyck, o condicionalmente lo llamaron el Maestro del Libro de la Hora. Las primeras pinturas, que, como las miniaturas del Libro de Astrología de Turinsky, ya se pueden contar entre las primeras obras de arte del Renacimiento, fueron creadas por los hermanos Hubert y Jan van Eyck. Los hermanos van Eyck, Hubert y Jan desempeñaron un papel decisivo en la formación del Renacimiento holandés.
Sobre Hubert casi nada se sabe.
Jan era, al parecer, un hombre muy educado, estudió geometría, química, cartografía, llevó a cabo algunas misiones diplomáticas del duque borgoñón Felipe el Bueno, al servicio de las cuales, por cierto, viajó a Portugal. Los primeros pasos del Renacimiento en los Países Bajos nos permiten juzgar las pinturas de hermanos hechas en los años 20, y entre ellas, como las esposas portadoras de mirra en el ataúd, la Virgen en la Iglesia y San Jerónimo.