Este autorretrato fue escrito en París en 1887. El período de París fue designado para Van Gogh por la búsqueda del estilo del autor, la aparición de nuevos enfoques, la aparición de puntos de vista radicalmente diferentes de los anteriores, por un cambio de estilo de pintura. En este trabajo, recurre a la técnica del puntillismo, que se lleva como resultado de la comunicación con Paul Signac.
Van Gogh elige la composición y perspectiva tradicionales, colocando armoniosamente el retrato del busto en el espacio del lienzo. Se retrata a sí mismo en media vuelta, mirando atentamente e intensamente al espejo. La expresión de su rostro no es alegre, dice cierta depresión y alienación.
El color de fondo azul grueso principal se divide en los componentes más pequeños. El autor encuentra en él muchos matices y los combina con la ayuda de pequeños puntos de tonos puros y brillantes. La cara también se muestra de colores y de forma pintoresca.
En la luz, el color de la carne se vuelve frío, en la penumbra se convierte en tonos casi calientes de rojo y naranja. La barba y el bigote del autor son el punto más brillante del lienzo, ya que intenta realzar su color lo más posible. Los colores de la ropa también están compuestos por puntos.
La expresión facial se transmite de manera muy sutil y veraz, se presta especial atención a los ojos.