La imagen da testimonio de la vuelta a las técnicas anteriores del lenguaje pictórico. Chagall replantea el estilo de cubo-futurismo desarrollado por Larionov y Goncharova. Por su expresión y expresividad plástica, el encuentro de un ángel y un artista aparece como un icono moderno.
Otro punto de vista sobre la interpretación de esta trama es más tradicional: representa al artista frente al caballete en el momento de la inspiración creativa y junto a él, como una visión, está encarnada su musa.
Al mismo tiempo, Chagall en su libro “Mi vida” presenta esta imagen como una “visualización del sueño”. Él retrató en él lo que vio en un sueño: la aparición de un ángel en una habitación vacía y cuadrada, que trajo consigo aire y luz azules. Las características del sueño profético están subrayadas por una gama sin complicaciones de la imagen, que incluye negro, blanco y azul.