El artista con mucho cuidado, tiernamente amaba a su hermana Lena. Decidió escribir un autorretrato con ella en un rincón apartado del jardín. Víctor puso una pequeña mesa de samovar de trabajo simple, pero con una tabla de mármol. A la izquierda izaba una flor de agave.
Lena plantó entre ella y la mesa. Puso rosas en la mesa… Todo en la imagen está pensado, en todo el deseo de belleza.
El color está diseñado en muy bellas combinaciones de luz y frío. La masa verde de una pared densa en el resplandor del sol es audazmente generalizada. Las pinceladas grandes, suaves y separadas transmiten la sensación de tocar la luz en los arbustos de color lila, las pinceladas más pequeñas de color verde claro: el follaje iluminado de un árbol en la profundidad, abierto en azul y azul es un arbusto con sombra detrás de la espalda de Lena. Pero lo principal es su vestido blanco al aire junto al mármol blanco, que refleja el azul del cielo.
Rosa sobre marmol Rosa en las trenzas de una niña.
El artista en una blusa libre, cuyo color negro tenía que estar escrito en blanco. Orgullosa independencia de apariencia, romántica-penetrante, con un estrabismo, mirada. Y, sin embargo, la imagen del “creador” resultó ser ambivalente: coraje, desafío unido con timidez involuntaria.
De ahí, por así decirlo, la aparición accidental de su figura, colgando del lado superior de la mesa y “cortada” por el borde del lienzo.