Rafael Santi pintó el cuadro “Ángel” a principios del siglo XVI, a la edad de 17 o 18 años. Cabe señalar que el lienzo fue escrito a pedido, y no por inspiración. El 10 de diciembre de 1500, un obispo local se acercó a un artista de diecisiete años y le ofreció un contrato para realizar una imagen del altar en honor a la coronación de Nikolai Tolentinsky, quien derrocó a Satanás.
Con la exitosa ejecución de la orden, a Rafael le fue prometido el título de “maestro” y una buena recompensa monetaria.
Solo dos fragmentos de este altar con una imagen bien conservada “Ángel” han llegado a nuestro tiempo. Cabe señalar que ya a una edad bastante temprana Rafael transmitió hábilmente el estado psicológico de una persona en el lienzo. Si comparamos dos ángeles dibujados en el altar, entonces el primero difiere del otro ángel en la suavidad de sus rasgos y el amor en sus ojos. El joven artista hábilmente transmitió el juego de sombras y el contraste de la iluminación.
La iluminación, la vestimenta y las fuentes de luz artificiales, como si complementaran toda la suavidad del carácter del “Ángel”, se combinan armoniosamente con la apariencia y la esencia del sirviente del Señor.
Una simple mirada es suficiente para que una imagen vea las intenciones del artista de representar el contraste entre dos figuras. Ni antes de Rafael, ni después de él durante mucho tiempo, nadie ha aprendido tan sutilmente a transmitir las características psicológicas de una persona.
En 1789, el altar sufrió graves daños debido al terremoto, y solo quedaron de él la pintura “Ángel” y “Virgen María”. En este momento, la imagen está almacenada en el Louvre desde 1981, cuando la compró al taxista urbano, quien recibió la foto en herencia.