La pintura “Y nosotros trabajamos”. Temprano en la mañana, cuando el cielo está inundado de luz dorada, los monjes con cubos en el yugo abandonan el monasterio, que se encuentra en lo alto de la montaña. Lentamente y en silencio se mueven hacia el río.
A pesar de que su carga no es fácil, trabajan humildemente, conociendo el valor del trabajo dirigido al bien común.
Su profunda fe es transmitida magistralmente por el artista con la ayuda de medios pictóricos. Lo primero que observa el espectador es un color dorado brillante que llena todo el lienzo. Como esta luz omnipresente, el sentimiento de armonía, paz y piedad nace en el arduo trabajo de los monjes.
Los contornos que fluyen del río sinuoso, las figuras inclinadas de los monjes y los brazos basculantes en forma de hoz se repiten en las curvas redondeadas de las colinas. El ritmo de estos elementos le da a la imagen una claridad y un misterio especiales y ayuda a transmitir esa sensación de equilibrio y paz, que se logra en el trabajo diario constante.
Con este trabajo, Roerich parece recordar que el verdadero significado de la vida se entiende y se logra a través de los ideales contenidos en las instrucciones de St. Sergio de Radonezh, que en forma figurativa y se transmitió en cada foto de la serie “Santo”.