Vértigo – Salvador Dali

Vértigo   Salvador Dali

Escena picante en el techo de una torre alta. El tímido sol de la mañana, que ilumina tímidamente a una pareja amorosa, dibuja sombras alargadas. La cabeza de un león, como símbolo de la pasión que todo lo consume, como si protegiera a las personas que se han olvidado de todo desde las miradas indiscretas.

La bola azul, el color de los sentimientos brillantes, la sinceridad y la confianza, distrae al espectador de los amantes, enfatiza la castidad de lo que está sucediendo.

La sombra más grande proyectada por alguien invisible para el espectador, pero que afecta significativamente la atmósfera de la imagen. Así, el artista denota la presencia en el trabajo de la sociedad, condena, santificador, irreconciliable, agobiado por numerosas prohibiciones. Un hombre tímidamente cubre su rostro, tratando de protegerse de la mirada directa e intransigente de la multitud.

Una mujer no presta atención a la interferencia.

La torre en sí misma en la imagen puede ser un símbolo de esas decencias sociales, fundamentos, leyes que la humanidad ha erigido por sí misma a lo largo de toda su existencia. Lo que está pasando va más allá de estos principios. La torre es fuerte, hecha de bloques fuertes, perfectamente ajustados. Es cierto que en algunos lugares hay grietas.

Son pocos, muy pocos.

La torre durará más de un milenio, pero el tiempo ya ha comenzado con su trabajo tranquilo pero inevitable. El paisaje sin vida al pie de la torre es tranquilo y sin rostro. No hay vida fuera de la torre.

El autor ofrece su propia comprensión del marco de la moralidad y el grado de intervención pública en estos problemas complejos e intrincados.

Separando la bola de la gama de colores general de la imagen, el maestro llama a percibir las manifestaciones externas a través de la evaluación de la esencia interna de ciertos fenómenos. Para proceder de lo positivo en la evaluación de las acciones de otras personas. En la sombra proyectada por lo “invisible”, también puedes ver signos de alguna vergüenza.

Composicionalmente, la imagen se construye de manera que el espectador está fuera de la trama, es un espectador. En esta posición, el público se siente más libre, teniendo la oportunidad de evaluar la trama “desde el lado”.

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