El artista Mikhail Nesterov nunca encontró consuelo en el mundo de su tiempo. Sólo la naturaleza virgen fue una fuente inagotable de su inspiración, que se reflejó en cada obra de este notable autor. Creía que con su ayuda es posible pacificar la naturaleza tormentosa e insubordinada de la naturaleza humana, así como limpiar su alma de la mayoría de los vicios.
En la pintura “Los tres ancianos”, que tiene otro nombre “Chanterelle”, el espectador ve un día cálido y soleado en un bosque. Los personajes principales del lienzo son tres ancianos vestidos con túnicas monásticas. Están sentados en un tocón.
Quizás se detuvieron para descansar después de un largo viaje, o decidieron tomarse el tiempo para contemplar las ricas extensiones de su tierra natal.
Los ancianos se asentaron en un prado cubierto de hierba verde y jugosa. En el fondo de la imagen fluye un río tranquilo y limpio, rodeado de pintorescas colinas. Como si estas hermosas distancias estuvieran envueltas en niebla o velo delicado.
Delante de los ancianos se extiende un bosque de arbustos. Allí crecen abedules de tallos delgados, abetos que se extienden y pinos poderosos, dejando coronas gruesas debajo de los cielos. Un rebozuelo sale de su casa verde y se inclina ligeramente hacia el suelo.
No le teme a la gente, porque sabe que no le harán ningún daño y, posiblemente, le dará algo sabroso.
Los ancianos consideran cuidadosamente al huésped del bosque. Sus rostros son tranquilos y amigables. Parece que se divierten con la observación de esta creación dulce e inquisitiva de Dios.
Una visita al Monasterio Solovetsky jugó un papel importante en el desarrollo del estilo creativo de Nesterov. Se sintió atraído por la vida pura y solitaria de los monjes, llena de bondad y paz.
El pintor comparó el mundo en el que se encuentran con un hermoso cuento de hadas para niños que sucedió en la realidad. En cada arbusto, flor, o animal de piel, encontró los ideales escondidos en su corazón.