El complejo y profundo arte de Peter Bruegel el Viejo fue una especie de comentario espiritual de la época. Las pinturas y dibujos de Bruegel podrían afirmarse con éxito como el espejo mencionado en el famoso libro de La leyenda de Eulenspiegel de Charles de Costers, transmitiendo la atmósfera que reinaba en el siglo XVI en los Países Bajos: y el fallo: un espejo de las estupideces, absurdos y crímenes de toda una era “. Bruegel tiene muchas caras: era un moralista medieval y un paisajista en el sentido moderno de la palabra; Era un verdadero artista del norte, y al mismo tiempo su pintura estaba marcada por la influencia italiana.
En la pintura “La trampa para los pájaros”, el artista representó un pueblo cubierto de nieve en la orilla del río, bajo la capa de hielo y patinando gente. Tal pasatiempo está en total acuerdo con las realidades de la vida de esa época: en las casas, con la excepción de una tenue llama de fuego en la parrilla de la chimenea, casi no había iluminación, en las habitaciones, siempre abarrotadas, a menudo todas las personas grandes y pequeñas acurrucadas en una sola habitación. Por esta razón, las personas en el siglo XVI, incluso los residentes de los países del norte, pasaron más tiempo en la calle y en la plaza del pueblo que en sus propias casas.
Algunos investigadores buscan contenido moralizador en todas las obras de Bruegel, considerando sus pinturas como tratados sobre temas morales. En la pintura “La trampa para los pájaros”, dibujan un paralelo entre la ceguera de los pájaros, que no ven ningún peligro en la trampa de la puerta, y el estúpido descuido de las personas en el hielo. Estos investigadores sostienen que no es una casualidad que dos pájaros en las ramas en primer plano u otro en la esquina superior derecha no difieran en tamaño de las personas en el hielo, por lo que la imagen debe verse como una llamada de precaución.
El arte de Bruegel absorbió casi todas las tendencias más importantes de la cultura artística holandesa del siglo XVI; Debido a su profundidad filosófica, ganó popularidad en el siglo XX, entrando en una serie de signos “intemporales” de la cultura.