A lo largo de su vida, a Manet le gustaron los disfraces, que se convirtieron en un elemento prominente en varios de sus cuadros. Muchas de sus figuras disfrazadas llevan la impronta de la cultura española, a la que el artista no le era indiferente. En 1862, escribió “Lola de Valencia”, un retrato de una estrella de la famosa compañía de danza española.
En el mismo año, esta foto fue rechazada por el comité de selección del Salón. En preparación para el Salón de 1864, Manet nuevamente trabaja en el mismo género, creando el “Caso en una corrida de toros”. Más tarde, se cortó un fragmento del lienzo original, llamado el “Torero muerto”.
Manet reunió una rica colección de disfraces y vistió a sus modelos y modelos en ellos. Si se necesitaba una textura exótica, el artista contaba con la asistencia de sus amigos, a quienes nunca le faltaron. Así, mientras trabajaba en la “Ejecución del emperador Maximiliano”, uno de los amigos militares, Manet, puso a su disposición todo un pelotón de soldados.